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Los amigos también son, amores de la vida.

Actualizado: 31 ene 2022

Amores de la vida camuflados en vidas ajenas, espejismos automáticos y conexiones divinas; así, los amigos.

Soy una enamorada del amor. Desde que soy pequeña recuerdo que cuando veía las estrellas y pedía un deseo, a la más brillante como me enseñaron de chiquita, siempre pedía (y pido) los mismos dos deseos: 1. Quiero el amor de mi vida y 2. quiero paz en el mundo.


Lo segundo lo dejamos para películas con final feliz y mundos perfectos porque no sé si la paz mundial sea la solución y al menos, por ahora, la paz interior me funciona. Por otro lado, lo primero, si bien también casi que de Disney, confío y sueño genuinamente con ello, y en ese caso del deseo puntualmente me refiero al amor de pareja.


Un amor incondicional, un amor de compañía, de abrazos, de retorno, de volver a casa. Ese amor sincero y real, que te abraza y te acompaña, el partner de la vida, alguien que te admire y tú admires; en fin, ese tan anhelado para siempre. Y si bien, aún no ha llegado ese para siempre, caí en cuenta que, aún así sin él, ya tengo ese amor que tanto había pedido: el amor de mi vida; y en este caso, son mis amigos.


Hace un par de semanas había llegado a esa realización; y hoy, después de varios días conviviendo con 18 grandes amigos lo confirmé: mis amigos son el amor de mi vida.


Fue una realización muy bonita porque muchas veces idealizamos el amor en una sola persona y le entregamos esa responsabilidad de tener y cultivar amor, a otro; cuando esa responsabilidad solo depende de uno miso. La responsabilidad de encontrar el amor de la vida, en cada relación, en cada persona, en cada momento, en cada instante. Basicamente, encontrar amor en la vida.


Es bastante lindo ver la vida con esos ojos de amor y darse cuenta del amor presente, ese amor que está en el momento; porque a veces por estar buscando lo que no hay, nos perdemos de lo que sí tenemos. No el amor que esperas si no el que tienes, no el que sueñas si no el que existe; el amor por la gente, el amor por la vida; el amor por TU vida.


Soy una enamorada del amor, y confieso que muchas veces no es fácil ser la enamoradiza; muchas veces cuesta e incluso, de vez en cuando duele porque te lleva a lugares vulnerables, algunos frágiles, en los que hay que saber caminar con precaución y cuidado para no golpearse tanto. De todas formas, aún así con estos lugares, entre vivir la vida con miedo o con amor, prefiero esta segunda, sabiendo que, como todo, habrá un precio a pagar. Una vez me dijo una gran amiga: que delicia romantizar la vida y a decir verdad, sí porque para mí el amor, no es más que es un super poder.


 

Los amigos con lo que estuve el fin de semana, son un grupo bastante particular; somos 11 grandes amigos y con sus parejas llegamos a 21 en total. Nos llamamos grupo de oración pero no oramos. Estábamos de paseo en Manizales celebrando el matrimonio de uno de los amigos, #AntoyNacho, y viajamos todos de nuestras respectivas ciudades unos días antes y nos quedamos otro par más para esta imperdible celebración.


Este combo es especial y no tengo duda que a donde llegamos llamamos la atención por la energía, la dinámica y la química que tiene y proyecta el grupo. Nos hacemos notar entre buya y mamaderas de gallo o porque, entre risas, vibramos alto. Nos conocimos todos en el trabajo y aunque ya 3 de los 11 no trabajamos ahí, hemos seguido cultivando la amistad aún así viviendo en 5 ciudades distintas.


El paseo fue inolvidable y la pasamos increíble; la verdad, como todos los que hacemos, pero de este paseo me llevo el amor que siento por ellos y lo afortunada y orgullosa que me sentí por tenerlos. En la fiesta, que fue el sábado, no podía dejar de sonreír y agradecer por los amigos que tenía; una amistad de apenas unos cuantos años pero que parece de toda la vida.


Eramos 19 ya que dos no pudieron ir. El novio y la novia, 8 parejas y yo, el llaverito; estaba sola y en ningún momento me sentí incómoda o menos por estarlo. Me sentí acompañada por 18 personas que genuinamente sentía que se preocupaban por mi, que estaban pendientes, que me cuidaban, que me querían y que yo también, a ellos.


Igual me pasó hace poco en un paseo en Cartagena celebrando el cumpleaños de un amiga en donde me re-encontré con muchas personas que no veía hace años. Viejos amigos con los que nunca hablo pero que sé que están ahí; personas que dejaron de ser parte de mi vida, pero que por un instante volvieron a pertenecer.


¡Amar y sentirse amado!, es que no hay mejor sentimiento que ese.


No hay como los buenos amigos; esas amistades de verdad verdad, los que tu escoges y te escogen. Los amigos con los que uno hace recuerdos, a los que les llora, los que te cuidan, los que te llevan al aeropuerto, los que te sacan a bailar y con los que sabes que cuentas para toda la vida. Con unos hablas siempre, con otros casi nunca, pero cuando están juntos es como si el tiempo nunca hubiera pasado. No se necesita hablar para conocerse, ni verse para quererse; son los amigos que simplemente están.

Los amigos son las personas incondicionales; relaciones puras y desinteresadas. Los amigos están de tu lado siempre, te hacen barra, te impulsan e inspiran a cumplir metas, a atreverte, a arriesgarte. Están siempre listos para recibirte cada vez que te caes, recogerte con cucharita y repetirte una y otra vez, las cosas que a veces no te gusta escuchar.

Juntos y a veces revueltos, con nuestras diferencias, distintos amores y extremas pasiones. Con dinámicas marcadas, cada quien con su estilo y forma de llevar la vida; los que mandan y los que se dejan mandar, los que alegan, los despistados, los juiciosos, los roneros y los fiesteros; los amorosos y los curiosos, los intelectuales y los creativos. Todos juntos, simplemente, siendo amigos.


Entre discusiones, puntos de vista opuestos y formas de vivir y sentir la vida cada quién a su manera pero con una cosa en común: nos queremos. No hay dos que sean iguales pero convivimos es una mezcla difícil de entender que si se analiza cada uno por su cuenta no parece encajar uno con el otro, pero todos juntos hacemos un coro.


Gracias vida por los amigos. Gracias por el amor de la vida y por el amor que ya está. Gracias por la familia que escogí, porque con el tiempo he aprendido que ese gran amor de la vida, existe y se puede ver de varias formas y también, se puede transformar en cada momento.


Vida, qué bonito se siente; tengo al amor de mi vida o más bien, tengo amor en mi vida. Y, ojo universo, no por eso, no busco y espero mi otro gran amor que sé que cuando llegues amor, serás como esto o algo mucho mejor; algo como esto: real, sincero, genuino y honesto. No un amor forzado ni obligado, no un amor de apariencias o de falsas expectativas, no un amor que no es correspondido. Un amor que sencillamente es, así como el amor de los amigos.


Este ha sido el sentimiento de hoy; enguayabada, trajinada, de regreso a casa y con una sonrisa de oreja a oreja y el corazón hinchado agradecida por la familia que escogí y que también, me escogió a mí.


Amigos míos,

los nuevos, los viejos y las mejores amigas,


Que fortuna tenerlos y tenerlas y compartir juntos el tiempo vivido; las palabras no me alcanzan para describir cuanto los agradezco en mi vida. Gracias por estar, ¡gracias por vivir esta vida conmigo! Los amo de aquí a la luna; y de vuelta.



Y bueno, después de un gran fin de semana, hoy celebro a los amigos, al amor y a la vida. Definitivamente, ¡que bacana es la vida con amigos!


Con todo mi amor,

Isabella.


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